Los niños comienzan por amar a los padres. Cuando ya han crecido, los juzgan, y, algunas veces, hasta los perdonan. Oscar Wilde
Tres pequeños traviesos, incansables
contagiosa la risa, carcajada
es mi vida que luce afortunada
son mis niños, mi dicha incomparable
Maravilla, mi orgullo y trascendencia
ya los pienso andando su camino
tan ansiosos buscando ese destino
con mesura, con tino, con prudencia
Hoy son puro alboroto y el barullo
tan inquietos, vitales, divertidos
estos hijos del alma tan queridos
picardía tramada y el murmullo
Y la nieve que ayuda a la aventura
ya se caen, se levantan y a seguir
corazón feliz en su latir
pedacitos de mí, pura ventura
Publicado por primera vez el Miércoles, 13 de Junio de 2007
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