La soledad del hombre, rodeado, preso, no ya por el mar sino por la muerte. Hector German Oesterheld
Sin apuro, lentamente
intentas dejar el lecho
ya lo logras, satisfecho
así está bien, suficiente
Un anciano abandonado
y lágrimas en los ojos
esos que lucen tan rojos
tristeza, te ves cansado
Resignada soledad
te preguntas para qué
todo lo bueno ya fue
es nada tu realidad
Te vuelves a recostar
alejas los pensamientos
silbido, rigor del viento
aún no es hora de marchar
abandono, anciano, frio, muerte, soledad, viejo