CARICIA
Los cuerpos que duermen,
en el sopor profundo sin retorno;
la muerte, la vida. Jugando, tal vez a ser algo, un momento, la eternidad
que no es suficiente para calmar el miedo, una sed oculta de vida y un hastío.
Es lo mismo.
¿Por qué soñar eternidad si solo se desea el no ser?
Aquí en el instante de tu partida,
cuando tu aliento trémulo se vuelve al vacio,
Y tu mirada clara se vuelve al vacio,
Y tu cuerpo tibio deseando la rígida caricia de la muerte;
¿Por qué deseas eternidad’
¿Por qué el temor a desaparecer?
Una huella en tu senda, que el soplo de vida desvanece,
ahora aquí en la muerte, somos lo mismo y nada importa quien fuiste.
Ni una mano te recoge y te abriga, más que la rígida caricia de la muerte.
Alejandra Escarate