Como aclaro esta noche casi desdibujada de un mes cualquiera,
de luna profanada a un cuadro de Van Gough,
a la hora que todos duermen y yo eternizo mi desvelo,
como espero al amanecer que se detuvo,
justo antes del horizonte, hace cien días atrás.
Ni un sol, ni un violín perfectamnete afinado,
ni el aroma a lluvia a medio camino
entre una nube y la pradera,
ni un millón de veces tu foto frente a mis rendidos ojos,
nada logra que al menos un latido no quiera
ausentarse de mi cuerpo.
Se me vació de lágrimas el alma, se quebrantó su manantial,
se detuvo el aire, si hasta el mar quedó sin olas,
el viento quiso acompañarte,
ser testigo del regreso al cielo,
del ángel que inspiró el quinto día de la creación.
Con la vida casi muerta, y la muerte creyendo en Dios,
vuelvo a levantar la mirada,
buscando acortar camino por verte,
pero la gravedad me detiene justo aquí,
a un vida de distancia,
en esta noche casi desdibujada de un mes cualquiera,
con un ramo de flores mojadas en la mano,
las rodillas embarradas, tu nombre frío junto a mi pecho,
y un amor sin paz, en guerra con tu ausencia.
Gustavo Mussi