El deseo incontrolable
la pasión intensa y debordante,
ya no soporto la distancia
y en sus brazos etremezco
en cuerpo y alma.
Él sacia mi sed y mi hambre
él hace que respire con su aire,
él es todo lo que anhelo,
y aunque la perversidad asome,
este sentir
es de lo más puro y sincero.
Temo estar enloqueciendo
porque no puedo...
no debo quererlo.
Están prohibidas sus miradas,
sus caricias, sus besos.
Sólo pienso en otro encuentro,
en volver a besarlo,
tocarlo, sentirlo
en tenerlo;
en volver a escuchar
sus te extraño, te adoro
te quiero.
Por qué Dios me has hecho quererlo?
acaso esta cruz la merezco?
Esta tortura de amar al ser prohibido
y pecar así
a escondidas, en silencio.
Por qué no impediste
que el sentimiento creciera
y se hiciera tan inmenso
hasta inundarme toda
y quitarme el aliento?
Por qué permitiste
que jugáramos con fuego,
si sabía que inevitablemente
me quemaría
y consumiría por dentro?
Por qué dejaste
que el reloj
se convirtiera en enemigo,
y que el calor de su cuerpo
sea lo único
que abrigue este frío.
Es que ya nada me importa,
solo tenerlo conmigo.
Y si amarlo es pecado
y por ello habrá un castigo;
pecaré eternamente,
resistiré cualquier martirio
pués sin él
enagonía he de vivir,
hasta que
exhausto de tanto ufrir,
mi corazón cese de latir.
Gabriela