Arrúllame Señor en tu regazo,
sé la dulce caricia de mis días,
guia mis pasos hacia tí,mi Dios amado,
y por cada yerro de mi alma en esta vida,
concédeme tu perdón por mi deseado.
Ver tu rostro sublime es lo que añoro,
al final de ésta, mi larga travesía,
que tu radiante luz me guie hasta lo alto,
y que seas por siempre mi eterna compañia.
Silvia Federici