Madrigales

El cielo, que hoy es otro y ahora es celo,
está áureo cual una hermosa tarde
plañidera de amor y de rocío.
Mientras despierta la luna a la noche
un pardal madrigales entona
venciendo barricadas,
¡qué dulce melodía!.
Un corazón tardío su aroma desbordando
con la lluvia de un efebo abril,
sonríe entre los brotes
y mastica la albada nacarada.
El néctar, que al azul da sabor dulce,
respira en las hogueras,
enreda los sentidos
(de islas blancas hiedra paridora).
La enamorada espuma ya se esquila
y de nuevo en la orilla del silencio
ha brotado una rosa.

M. Carmen Gárate García