En una nube blanca del cielo
estaba mi niño jugando feliz,
mirando sus ojos le dije:¡te quiero¡
y con voz de ángel me dijo:¡y yo a tí¡
De sus manos blancas surgió una caricia
que llegó hasta el fondo de mi corazón,
un escalofrío recorrió mi cuerpo,
llenando mi alma de fuego y de amor.
La tarde dejaba destellos de luz
en su piel dorada,de color de miel,
y su risa fresca sonó como música
en aquel ocaso de oro y pastel.
Julio Sanz Molleda