Y te miro quieto cuando miras al vacío,
sonriendo apacible y pleno te disfruto,
y me arrullas como blancas olas quietas
desde tus ojos, tierra, de alma profunda.
Entonces, como desde un sueño lejano,
regresas como la niebla al bosque.
Y picara sonríes niña desde tu alma
Y te transformas en mujer hambrienta
Y me dices desde las luces de tus ojos
que ahora es nuestra hora de simientes.
Y en paz y tierna esperas ansiosa tu semilla.
Y tu tierra fértil y húmeda huele a lluvia.
Y tus blancos pechos palpitan descubiertos
esperando el beso que descubra su sustento.
Salvatore Sosa