MI AMARGO 10 DE MAYO
¡Que alegría!,
ya falta una semana,
para ese día tan especial
mis 14 años el día 10 de mayo.
Y es que es tan especial,
porque faltará un año
para sentir lo que cualquier niña,
mis quince años.
Quiero que haya una fiesta,
una gran fiesta,
que me festejen,
y, festejar a mi mamá...
Hoy ha pasado un año,
estoy tan feliz y lista,
haciendo los arreglos,
para la fiesta de mis 15 años.
Invité a todos mis amigos,
-mi mamá-, a la familia,
ella se siente orgullosa de mí,
es la mejor de las madres.
Hoy es viernes de escuela,
y ya mañana es el día,
todos me felicitaron
y me desearon lo mejor.
Nada puede salir tan mal,
si todo está bien preparado,
-al fin salí de las clases-
y llegue a mi casa.
¡Hola! -ya llegue mamá-,
que bueno, -¿cómo te fue?-
me fue de maravilla,
todos me felicitaron.
Era la hora de comer,
mi papá y mis hermanos
no llegaron, y mi mamá...,
bueno, comimos las dos solas.
-¿Puedes ayudarme en el quehacer?-
ay mamá, no me molestes,
tengo tantas cosas que hacer
y como ves ¡no tengo tiempo!
-No te preocupes yo sola puedo-;
me fui a ver a mis amigas,
a mi mamá la vi rara
y simplemente no me importo.
Mis amigas me notaron enojada
ellas me preguntaron ¿que tenía?,
respondiéndoles barbaridades,
creí que eran mi refugio.
Hicimos lo que faltaba,
pasamos toda la tarde,
llegue hasta la noche,
y no estaba mi mamá.
Me subí a mi cuarto,
y me dormí despreocupada,
sin desearle buenas noches
como siempre a mi mamá.
Ya de mañana me levante,
por fin era 10 de mayo,
y yo ya tenía 15 años,
pero no me acorde de mi madre.
-Salí feliz de mi cuarto-;
y no había absolutamente nadie,
la cocina estaba sola,
se sintió muy desagradable.
Busque en todos lados de la casa,
por último en el cuarto de ella
al entrar me di cuenta
que mi padre no llegó.
A mi madre la ví dormida,
la fui a despertar
para darle su abrazo,
pero... no despertó.
Llame al doctor,
al poco rato llegó
revisó a mi mamá,
él determinó y me dijo.
Lo siento mucho...,
-tu mamá falleció-,
le dio un paro cardiaco,
ayer como a las siete.
Con lagrimas en mis ojos,
no podía creerlo,
¡no puede ser verdad!
-le grité al doctor-.
Hoy es un día muy importante,
es la fiesta de mis quince años,
se supone que nada debe salir mal
y mi mamá no puede estar muerta.
El doctor me abrazó,
me trató de dar ánimos,
pero nada podía ser lo mismo,
todas mis ilusiones se fueron.
Mi papá de rato llegó,
al verme llorar se sorprendió,
corrió a su cuarto y la vió,
igual que yo, no lo podía creer.
Todo fue un mar de lagrimas,
ahora mis quince años,
se fueron al olvido;
la muerte de ella fue la prioridad.
Lo que iba a ser mi misa
ahora es la misa fúnebre de mi mamá,
la que tenia que haber sido
dentro de muchos años.
Al estarla enterrando
me puse a pensar,
todo lo que sucedió
antes de su muerte.
Me acordé de ayer,
a la hora de la comida
no llegó mi papá y mis hermanos
y comimos angustiadas las dos.
Ella me pidió que le ayudara,
pero yo me enoje con ella,
-la vi muy distinta
pero no me importó-.
Fue entonces que comprendí
que le cause un gran daño,
así como yo me lo causé,
al preferir a mis amigas que a ella.
Ahora me arrepiento de todo,
si me hubiera quedado con ella
podría haber vivido más tiempo
y yo haber convivido más a su lado.
Pudimos haber platicado,
hacer cosas juntas,
pero yo simplemente no lo hice
preferí ir al cine y divertirme.
Hoy me quedé sin tí mamá,
no te di el abrazo que te merecías,
este día de las madrecitas,
y solo te puedo dar un adiós.
Ya es muy tarde para decírtelo,
perdóname todo lo que te ofendí,
me arrepiento de todo corazón,
y, sobre todo que te quiero mucho.
Hoy tu vida es un ejemplo para mí,
te prometo que seré igual a ti,
amaré profundamente a mis hijos,
y como Tú trataré de ser la mejor.
MIGUEL ANGEL TIERRABLANCA MURILLO