Ya en las gradas penas y quebrantos se levantan.
Sus pupilas se dilatan en la noche
en un intento de seguir su escolta.
Salen de sus sepulcros los lamentos
que quiebran sigilos de gloria y dicha.
Los conceptos deshojan negros lirios
y la cordura rompe sus cercados.
Los silogismos duermen.
Los axiomas se alejan con huellas descalzadas
y acunan las falacias varadas en la arena.
El griterío sigue con un baño de excusas
-frágiles hímenes de sedeños embelesos-.
Asida a un sueño, una balada gime.
Consternada, despierta laberintos perdidos
(como Teseo sin su fiel Ariadna).
Las esponjas enjugan los arcanos,
los quejidos se desnudan
y un rayo de lábil luz lame, por un momento,
un nebuloso corazón cubista...
M. Carmen Gárate García