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REPORTAJE A JUAN BAUTISTA ALBERDI
Segunda Parte
P: ¿Podría darnos su
opinión sobre el Cristianismo?
R: Se dice a menudo que la religión cristiana es el fundamento de la libertad
moderna; que el pueblo que no es cristiano no puede ser libre.
Yo no conozco verdad más grande en la política moderna.
¿Por qué razón el cristianismo es el secreto de la libertad moderna? Porque es
la única religión que nos enseña a amar a nuestros enemigos, a responder a la
ofensa con un servicio, al disidente como un hermano, en lo cual consiste la
fraternidad, no de la familia, sino de la patria, de la sociedad entera.
Enseñando la caridad, el perdón de los agravios, la fraternidad de los hombres,
enseña y educa en la tolerancia, la conciliación, la transacción, el espíritu
parlamentario, en una palabra, en aquello en que reside la libertad moderna.
P: En estos momentos de reencuentro con la democracia, ¿qué rumbo debe tomar la
clase política argentina para consolidarla definitivamente, evitando nuevas
interrupciones y fracasos?
R: El primer deber de la política futura será el mantenimiento y conservación de
la Constitución; es la política de la honradez y de la buena fe, la política
clara y simple de los hombres de bien y no la política doble y hábil de los
truhanes de categoría.
P: ¿Qué significa para usted un país políticamente civilizado?
R: La civilización política de un país está representada por la seguridad de que
disfrutan sus habitantes, su barbarie consiste en la inseguridad o lo que es
igual, en la ausencia de libertad de ser desagradable al que gobierna sin riesgo
de perder la vida, el honor, los bienes.
P: El hombre argentino común, quizás por inexperiencia, falta de práctica,
desidia, escepticismo o costumbre, se abstiene de intervenir en política,
aceptando casi sin objeción cualquier decisión de los gobernantes. ¿Cuál es su
opinión sobre esta actitud?
R: En Sud América se hace de la abstención política una prueba de juiciosidad y
cordura. Se llama un hombre sensato el que no se mezcla en política. A menudo se
nos dice: si la minoría de hombres sin crédito que tienen el gobierno no aplaude
sus escritos, toda la gente sensata sabe hacer justicia de su mérito. ¿Pueden
ser llamados sensatos los que entregan sus destinos de ciudadanos y de padres de
familia a un puñado de pillos? ¿Pueden ser sensatos los que se dejan gobernar
por locos y truhanes? Entre locos que conducen a cuerdos y cuerdos que se dejan
conducir por locos, todo el mundo dirá que los locos son los cuerdos y los
cuerdos los locos.
¿Queréis gobierno independiente y libre? La independencia y la libertad
consisten en el gobierno del país por el país. Pero la porción del país que en
vez de gobernar por sí se deja gobernar por la menos digna y capaz, abdica su
libertad en peores manos que si fuesen extranjeros.
Abdicar su libertad, no es abdicar una actitud de lujo más o menos bella, pero
superflua; abdicar su libertad es abandonar su parte de poder en la gestión y
gobierno de sus intereses de familia, de ciudad, de patria. Es abandonar las
garantías y seguridades que protegen su honor, su dignidad, su fortuna, pues
esas garantías no consisten en otra cosa que en los derechos y facultades que
tiene de intervenir en la formación del gobierno, en la dirección de la
política, en las grandes determinaciones relativas a la paz, a la guerra, al
impuesto y al gasto público, etc.
La porción del país, que por pereza o decoro mal entendido, o moderación
estúpida, abandona todo eso a los mismos hombres que ella mira como los más
despreciables e insensatos; da una prueba de ser ella misma más insensata que
los locos, menos digna de ser libre que los más viles esclavos.
P: Usted se ha encargado de diferenciar la educación de la instrucción. ¿Podría
explicarme los fundamentos de la misma y la importancia de la distinción entre
un concepto y otro?
R: Ser instruido no es ser bien educado. La instrucción es sin duda parte
importante de la educación. Se puede ser instruido y mal educado. Se puede ser
bien educado y escaso de instrucción. Cuál es mejor y más útil al progreso de un
país que vive de la ciencia y de la instrucción de otros países, como Sud
América; la educación sin duda.
El fruto de la instrucción, es saber escribir y hablar; el de la educación es
tener buena conducta. La conducta es más preciosa que la instrucción. El
resultado de la instrucción es el saber, los conocimientos; el de la educación
es la rectitud, la lealtad, la moralidad, la buena comportación en una palabra.
Esto es lo que falta en Sud América. Los educacionistas, como ellos se llaman,
han propagado la instrucción literaria, los libros, las escuelas, las
bibliotecas, pero no la educación propiamente dicha; es decir, la conducta, las
costumbres, la moral, los buenos usos de la vida social.
Y, ¿cuál es la instrucción que se da? ¿En qué se distingue? Naturalmente, la
instrucción que sirve para vivir: la instrucción profesional: Se vive en Sud
América de las siguientes profesiones: médico, abogado, clérigo, militar,
escritor. Hablo de las profesiones liberales o elevadas y distinguidas. Las
otras -el comercio, la agricultura, el pastoreo -son tenidas por bajas y
vulgares profesiones, y son, sin embargo las que realmente dan vida y ser a los
países de Sud América. Las profesiones arriba dichas son la industria dominante
del país; industria estéril, que sólo produce agitación política, revoluciones y
conmociones sociales y políticas, hechas para ganar el pan por vía del lucro y
la adquisición.
P: ¿Qué es, a su juicio, aquello que en estos momentos debería reformarse o
reconstruirse profunda e ineludiblemente para alcanzar los objetivos que la
democracia persigue?
R: Es la sociedad, el pueblo, su manera de ser y de pensar, su noción del
gobierno, de la autoridad, de la libertad, del orden; su inteligencia, su
literatura, la dirección, el punto de mira de su orden social y político. En
todos estos puntos y objetos está equivocado y extraviado su camino y desarrollo
actual.
P: ¿Cómo es posible que siendo la República Argentina un país tan inmensamente
rico, esté atravesando tantas penurias económicas y financieras?
R: La riqueza no está en el suelo, está en el hombre. Nace del trabajo y deja de
existir donde el trabajo falta porque es innecesario. La tierra que da de vivir
sin trabajar produce ociosos y haraganes a la par que alimentos espontáneos. La
tierra pobre forma hombres ricos; la tierra rica hace hombres pobres.
La América del Sud funda todo su orgullo y su esperanza de grandes destinos en
lo fértil de sus suelo y hermosos de su clima. Es su grande error el tomar como
ventaja lo que es un escollo. Ella no tiene mayor enemigo que su clima hermoso.
La historia muestra que los países son cultivados no según que son fértiles,
sino según que son libres, y no son libres sino según son áridos y pobres.
El suelo pobre hace al hombre fuerte, porque su pobreza obliga al hombre a ser
el hijo de sus esfuerzos y de sus obras.
P: ¿Qué concepto le merece el comportamiento de aquellos hombres públicos, que
en el transcurso de nuestra historia política, utilizaron el cargo que ocupaban
en provecho propio, enriqueciéndose ilícitamente y abandonando el país para
gozar de tal fortuna mal habida en el extranjero?
R: Aprovechar de los empleos públicos, para hacer fortuna y sustentarse con esa
fortuna a países constituidos, para gozar de ella al abrigo de instituciones que
han sabido formar otros más fuertes que nosotros, es la tendencia de los hombres
públicos en épocas de ruina y de disolución política. En esos hombres ha muerto
todo el sentimiento público de patria y de orgullo nacional. Es vergonzoso robar
a un país no sólo la fortuna, sino la cooperación y auxilio que se le debe dar
para crear las garantías que sin pudor se van a mendigar al extranjero.
P: Como usted sabe, la región patagónica es un auténtico desierto. La
circunstancia de que en ella exista una densidad real de población de 4
habitantes por km2, a pesar de ocupar un tercio del territorio nacional la
transforma en un área de vacío poblacional. Lo expresado me lleva a preguntarle
¿cuál debe ser la política que corresponde aplicar a fin de combatir con éxito
la realidad que he descripto?
R: La política que mejor sirve al desierto es la que sirve para hacerlo
desaparecer; la que sirve para hacer que el desierto deje de serlo en el menor
tiempo posible y se convierta en una región poblada. Por ahora y por muchos años
hay que darle a ese solitario y abandonado territorio la población de que
necesita como instrumento fundamental de su desarrollo y progreso, comprendiendo
que en el desierto el gobierno no tiene otro fin serio y urgente que el de
poblarlo a gran prisa. La población en todas partes, y especialmente en América,
forma la substancia en torno de la cual se realizan y desenvuelven todos los
fenómenos de la economía social. Por ella y para ella es que todo se agita y
realiza en el mundo de los hechos económicos. Principal instrumento de la
producción, cede en su beneficio la distribución de la riqueza nacional. La
población es el fin y es el medio al mismo tiempo. En este sentido, la ciencia
económica, según la palabra de uno de sus grandes órganos pudiera reasumirse
entera en la ciencia de la población, por lo menos ella constituye su principio
y fin y es por ello que en América, gobernar es poblar.
P: Ud. ha expresado que la mejor política que sirve al desierto es la que sirve
para hacerlo desaparecer, con lo cual estamos de acuerdo. ¿Podría en ese momento
indicarme cuál es concretamente esa política que ha señalado y como debería
instrumentarse?
R: Hay que buscar un sistema de organización conveniente para obtener la
población de los desiertos con pobladores capaces de industria y libertad. La
soledad, el atraso y la pobreza son los verdaderos enemigos de la región. Pero
si la soledad, si la falta de población es el mal que representa para concluir
con el desierto? Para poblar el desierto son necesarias dos cosas capitales:
abrir las puertas de el para que todos entren y asegurar el bienestar de los que
en el penetren: la libertad a la puerta y la libertad adentro. Si abrís las
puertas y hostilizáis dentro, tendréis prisioneros no pobladores; cazaréis unos
cuantos incautos, pero huirán los demás. El desierto quedará vencedor en lugar
de vencido. Hoy es harto abundante el mundo en lugares propicios, para que nadie
quiera encarcelarse por necesidad, y mucho menos por gusto.
Si por el contrario, creáis garantías dentro, pero al mismo tiempo cerráis las
puertas, no hacéis más que garantizar la soledad y el desierto; no constituís un
pueblo, sino un territorio sin pueblo. Ello no es un Estado, es el limbo
político y sus habitantes son almas errantes en la soledad del desierto, es
decir americanos del Sur.
P: ¿Ud. no considera que algunos de sus juicios sobre los distintos temas que
estamos tratando son algo absolutos, casi exagerados?
R: Los colores de que me valgo serán fuertes, podrán ser exagerados, pero no
mentirosos. Quitad algunos grados al color amarillo; siempre será pálido el
color que quede.
Algunos quilates de menos no alteran la fuerza de la verdad, como no alteran la
naturaleza del oro. Es necesario dar formas exageradas a las verdades que se
escapan a la vista de los ojos comunes.
P: Continuando con el tema y aceptada la necesidad imperiosa de poblar
rápidamente los desiertos, ¿cómo se logra distribuir adecuadamente la población?
R: El secreto de poblar reside en el arte de distribuir la población en el país.
La inmigración tiende a quedarse en los puertos, porque allí acaba su larga
navegación, allí encuentran alto salario y vida agradable. Pero el país pierde
lo que los puertos parecen ganar. Es necesario multiplicar los puertos para
distribuir la población en las costas y para poblar el interior que vive de la
agricultura y de la industria rural. Gobernar es poblar, muy bien; pero poblar
es una ciencia y esta ciencia no es otra cosa que la economía política, que
considera la población como instrumento de riqueza y elemento de prosperidad. La
parte principal del arte de poblar es el arte de distribuir la población. Pero
no se distribuye la población por medios artificiales y restricciones contrarias
a la ley natural de la distribución, sino consultando y sirviendo esta ley por
esas medidas. Si el salario, es decir el pan, el hogar, la vida es lo que lleva
la población a un punto con preferencia a otro, la ley puede trasladar de un
punto a otro el trabajo que produce el salario.
P: ¿La Constitución Nacional contiene en su texto preceptos específicos
tendientes a fomentar la población del territorio?
R: La Constitución Argentina contiene todos los medios de fomentar la población
que reconoce la ciencia. En la ciencia y en la Constitución esos medios se
reducen a dos clases principales. Unos son directos y consisten en medidas y
expedientes especiales encaminados a traer pobladores y fundar colonias, así por
ej. Los artículos 25, 67 inc. 16 y 107. Otros son indirectos, los cuales forman
un sistema de instituciones encaminadas a formar corrientes de población
espontánea. Los artículos 14 a 21 favorecen la población espontánea por una
concesión amplia y completa de los derechos civiles de libertad, igualdad,
propiedad y seguridad a todos los habitantes sin exclusión de extranjeros.
P: De los dos sistemas mencionados, ¿cuál es el que Ud. prefiere?
R: El sistema indirecto, que protege la población espontánea, porque es el de la
naturaleza. Este sistema entrega el fenómeno de la población a las leyes
económicas que son inherentes a su desarrollo normal. Porque la población es un
movimiento instintivo, normal de la naturaleza del hombre, que se desenvuelve y
progresa con tal que no se le resista. Las naciones no son la creación, sino las
creadoras del gobierno. El poder de despoblar que éste posee no es la medida del
que le asiste para poblar. Posee el poder material de despoblar, porque puede
desterrar, oprimir, perseguir, vejar a los que habitan el suelo a su mando; pero
no tiene igual poder en los que están fuera, no está en su mano atraerlos por la
violencia, sino por las garantías. A la abstención del ejercicio de la violencia
se reduce el poder que el gobierno tiene para poblar: es un poder negativo, que
consiste en dejar ser libre, en dejar gozar el derecho de propiedad, en respetar
la creencia, la persona, la industria del hombre: en ser justo.
P: ¿Qué resultados se obtendrían en materia de población en caso de que los
argentinos lográramos perpetuar la estabilidad constitucional?
R: No tengo noticias de que Constitución alguna de ambas Américas, ni de ningún
país del mundo, iguale a la argentina en espíritu de hospitalidad y fraternidad
hacia el extranjero; por cuyo motivo abrigo la firme convicción de que su
estabilidad y permanencia dará por resultado en breves años, el aumento y
prosperidad de su población en dimensiones colosales.
P: Usted, como muchos argentinos, sufrió el exilio, ¿podría expresarnos lo que
sintió ante tal padecimiento?
R: Me sentí en el aire, con el pie sin raíz y el pensamiento en el Río de la
Plata, en el suelo de mi nacimiento, el grande y hermoso suelo argentino. En los
años de destierro el barco donde viajaba a Europa pasó cerca del Río de la
Plata, en ese momento experimenté la belleza mortificante de la patria ausente,
recordé las noches de mi primera juventud que pasaron como ráfaga fragante y
confieso que me dieron enormes ganas de llorar a gritos.
P: Por último Doctor, quiero pedirle una reflexión final referida al camino que,
a pesar de haber reconquistado la democracia, debemos recorrer los argentinos
para obtener una auténtica emancipación.
R: Réstanos una grande mitad de nuestra emancipación; la mitad lenta, inmensa,
costosa: la emancipación íntima que viene del desarrollo inteligente. No nos
alucinemos, no la consumaremos nosotros. Debemos sembrar para nuestros nietos.
Seamos laboriosos con desinterés; leguemos para que nos bendigan. La edad de oro
de la República Argentina no ha pasado; está adelante; está en la perfección del
orden social. Nuestros padres no lo han visto: nuestros hijos la alcanzarán un
día: a nosotros nos toca abrir la ruta. Tal es pues la misión presente.
MUCHAS GRACIAS DR. ALBERDI.
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
1- ALBERDI Y LA ACTUALIDAD NACIONAL, por JOSE ROBERTO DROMI, en JURISPRUDENCIA
ARGENTINA, Tº 1982, III, pág. 773.
2- LA PATAGONIA. EL CAMPO DESPOBLADO, por CARLOS A. ABADIE, EN DIARIA RIO NEGRO,
SUPLEMENTO ECONOMICO Y AGROPECUARIO, del 10/2/84, pág. 2.
3- LA INFLUENCIA DE ALBERDI, por ROBERTO REPETTO, en DIARIO LA PRENSA, 2ª.
Sección, la página, del 29/7/84.
4- EL SISTEMA ALBERDIANO, por GUILLERMO G. MOSSO, 2ª. Sección la página, diario
LA PRENSA, del 19/8/84.
5- BASES Y PUNTOS DE PARTIDA PARA LA ORGANIZAICON DE LA REPUBLICA ARGENTINA, por
JUAN B. ALBERDI, en OBRAS SELECTAS, TOMO 10.
6- SISTEMA ECONOMICO Y RENTISTICO DE LA CONFEDERACION ARGENTINA SEGÚN SU
CONSTITUCION DE 1853, por JUAN B. ALBERDI, en OBRAS SELECTAS, TOMO 14.
7- EL CRIMEN DE LA GUERRA, por JUAN B. ALBERDI, en OBRAS SELECTAS, TOMO 16.
8- ESTUDIOS ECONOMICOS, por JUAN B. ALBERDI, en OBRAS SELECTAS, TOMO 15.
9- ESTUDIOS POLITICOS, por JUAN B. ALBERDI, en OBRAS SELECTAS, TOMO 17.
10- PENSAMIENTOS SOBRE POLITICA, por JUAN B. ALBERDI, en OBRAS SELCATA, TOMO 18.
11- ALBERDI ENSAYO CRITICO, por MATIN GARCIA MEROU, (Editado por "La Cultura
Argentina", en Buenos Aires, año 1916).
12- LAS DOCTRINAS SOCIOLOGICAS DE ALBERDI, por JOSE INGENIEROS, OBRAS COMPLETAS,
TOMO 6, pág. 190, editado por "Ediciones El Océano", en Buenos Aires, año 1961).
OBSERVACION: Las OBRAS SELECTAS de JUAN BAUTISTA ALBERDI, han sido editadas por
Librería "La facultad", en Buenos Aires, año 1920.
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